1 de diciembre de 2011

LA IDEOLOGÍA NO ES UN CLICHÉ

 TESTIMONIOS DE AYACUCHO

“La posición clasista es la orientación que nuestro pueblo necesita, y está inmersa en el corazón y en la pro­fundidad del pueblo, no es solo cuestión de cabezas o dirigentes. A veces, pese a que la dirección está en manos de alguien dubitativo, alguien que tiene dobleces, alguien que está con dios y con el diablo, sin embargo las bases pre­sionan para que se tomen decisiones correctas. Mientras los dirigentes duermen en medio de las luchas de las masas, éstas son las que deciden y determinan. En las diferentes gestiones, el amor del pueblo por la posición clasista siempre subyace. Ahora, en nuestra organización hay serias dificultades porque una posición política, una vanguardia, no se ve sino se siente. En este caso, no se está sintiendo orgánicamente la posición de clase. Por eso digo, en el corazón y en la profundidad de nuestro pueblo vive, está en su instinto la posición de clase, pero falta un trabajo orgánico. Es cierto que la tarea del momento es el recojo de firmas, pero eso de ninguna manera significa que se deje el trabajo organi­zado de las masas, la presencia planificada, hacer un trabajo en las bases de los frentes, de los barrios, de los clubes de madres, allí no vemos nada. Solamente nos abocamos al trabajo del recojo de firmas, ese es un trabajo importante pero no es el único. Inclusive el recojo de firmas puede potenciarse con un trabajo planificado de crecimiento como organización en el trabajo de masas. Creo que hay algunos errores en cuanto a criterios: el único objetivo que tenemos en la historia es el cambio social, la revolución. Para eso tenemos que estar inmersos en la lucha más pequeña de las masas, tenemos que estar atentos a los pequeños susurros, a los pequeños problemas de agua y sal de las masas, estar inmersos en ellas, solamente así las masas van a creer en nosotros como movimiento y estarán dispuestos a seguir la orientación que les damos. Si las masas están con nosotros podemos decirles: la tarea del movimiento es bajar a reco­ger firmas, o bajar para tal cosa. Así es cuando tenemos numerosos activistas. Pero si solamente decimos: recogemos firmas, recogemos firmas, firmas, firmas, pero no estamos en su conflicto del momento, por su agua, por su sal, por su conflicto cotidiano, simplemente nos van a recibir como personas extrañas que venimos a recoger sus firmas para un proyecto político.

Cuando se lanzó el movimiento de MOVADEF en Ayacucho hemos tenido capacidad para hacer incluso una marcha, solamente nosotros, sin el Frente de Defensa del Pueblo, sin otros actores políticos. El MOVADEF solo ha sido capaz de hacer una marcha organizada al cementerio de Ayacucho, recordando la heroica gesta del 21 de julio del 69, pero de allí a ahora no estamos en esa capacidad, porque lejos de crecer o de quedar en lo que hemos sido, estamos disminuyendo, mucha gente se ha alejado. ¿Porqué? Porque no estamos haciendo ese trabajo organizado. Cuando apareció MOVADEF, todos hemos dicho: ahora sí va a haber un trabajo sistemático, creceremos, nuestra influencia en las organizaciones sociales de base se sentirá. Pero no es así. Al contrario, se ha ido reduciendo, y cuando somos pocos es fácil ser blanco hasta para ser estigmatizados. Pero cuando crecemos, el enemigo dice: si ataco no voy a atacar a unos cuantos, sino a muchos, entonces se callan ¿no? Cuando somos pocos, fácilmente nos atacan. Entonces, ese es el trabajo de perderse en el bosque. En eso tenemos dificultades para comprender que el trabajo es amplio, somos como el pez en el agua, si no estamos en el agua que es la lucha de clases de las masas, somos actores de pocos y por muy correctos que sean nuestros objetivos, no estamos debidamente en la lucha de clases. La práctica es la investigación científica, la lucha por la producción y la lucha de clases, y ésta es la lucha de las masas fundamentalmente.

La participación en las elecciones, el trabajo político, es una parte de la lucha de clases, pero no es todo, es apenas un componente. Pero lo más grande, lo más amplio, es la lucha de las masas, su protesta social, y allí no estamos presentes planificadamente, y si estamos es por acción personal de algunos dirigentes y masas que se están acercando al MOVADEF. Allí estamos perseverando, exigiendo que haya un trabajo planificado porque no estamos teniendo una dirección organizada del MOVADEF, y eso dificulta el trabajo. Estoy seguro que a nivel nacional muchos miran a Aya­cucho, dirán “allí tenemos nuestra base”, y efectivamente, subyace, como algo instintivo en las masas.

Hemos estado desde la década del 60 y 70, en las luchas del Frente de Defensa del Pueblo, y hay que sacar lecciones, había una gran cantidad de activistas, hombres y mujeres con una posición de clase muy arraigada, con un trabajo planificado en aquel tiempo. Después hubo dificultades, como en toda organización hay avance, estancamiento, avance. Uno de los problemas que percibo es que podemos insistir en la política de frente único, lo dijo Mariátegui, lo dijo Mao, pero el problema está en la aplicación concreta de la política de frente único. A veces confusamente quere­mos tener hegemonía allí, sin tener un trabajo planificado es hegemonismo, queremos copar todos los cargos en una organización, y eso nos aísla. Por ejemplo en el Frente de Defensa hay campesinos, pequeños industriales, intelectuales, estudiantes, trabajadores de comercio, por lo tanto hay contradicciones que debemos manejar correctamente, tenemos que aprender. No son nuestros enemigos. Este es un problema de dirección, es un problema político, es un problema de ideología. Cómo concebimos y cómo vemos la dinámica interna, cómo aplicamos la dialéctica, si no se aplica co­rrectamente se cometen errores. La ideología no es un cliché. Si no cómo aplicamos correctamente. Hay que impulsar la lucha interna, la lucha de posiciones, para solucionar correctamente. La naturaleza nos enseña que esa dinámica es saludable para impulsar el desarrollo. No es cuestión de aplastar al otro, sino que se pongan las cartas sobre la mesa, no podemos impedir que se pronuncie la posición contraria. Si la acorralamos, le impedimos hablar, buscamos que se reti­ren y cuando salen del escenario decimos: ”¡hemos triunfado!” ¿Qué es eso? No es correcto alegrarnos cuando alejamos a los compañeros, al contrario, debemos ser más para dinamizar la lucha interna, es saludable que exista, si no estamos impidiendo el crecimiento porque la lucha es permanente. En todo momento debe haber lucha de posiciones. Aplastar, cercenar y expulsar no es correcto” (Anónimo. Ayacucho)

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