1 de agosto de 2012

CULTURA Y ALIMENTACIÓN


El capital vence constantemente a la ciencia en el campo de la nutrición. Es el gran poder del imperialismo que está detrás. Las grandes marcas de comidas como Mc Donald, Burger King, KFC, Nestlé, Coca Cola, Kraf, en­tre otras, gastan millones de dólares al año para comprar políticos, además de ofrecer grandes gratificaciones a los nutricionistas para que diseñen la pirámide alimenticia de los países de acuerdo a sus intereses. La industria alimenti­cia siempre está presente para asegurarse que las reglas de una alimentación saludable sean tan ignoradas como sea posible.

En cualquier escuela todos los esfuerzos por pre­parar buenos ciudadanos terminan en nada cuando suena la campana del recreo. Durante el fiambre del recreo todo conocimiento certero es tirado a la basura, junto con las so­bras de la “siempre a tu alcance” comida chatarra. Lo que aparentemente puede ser muy práctico en las loncheras de los niños, no lo es en realidad si desde pequeños están pre­dispuestos a la obesidad, el asma, la anemia, que causan las grasas de tipo animal, y el azúcar y harinas refinados que tienen las golosinas de los kioscos de los colegios.
Más allá de ver nuevos y vistosos productos en las tiendas y supermercados, los estudiantes deben saber qué es lo que comen, de dónde vienen, qué composición nutricional tienen los alimentos. La educación no puede, no debe terminar a la hora de comer. La alimentación debe ser una experiencia educativa. No podemos permitir que nuestros hijos se conviertan en presos de los comerciales de comida pues los están manipulando con oscuros fines. Les ocultan la relación entre la cultura y la comida, el campo y las personas, la salud y el ambiente. Y esos son también crímenes de lesa humanidad, aún no considerados en constitución alguna.
Justamente en estos días y en nuestro medio se di­vulgó un informe sobre el porcentaje de partos por cesárea en clínicas particulares de Lima. Para gran sorpresa nuestra, éstos llegan al 80% y 90%. Es decir, hay un clima médico institucional interesado en romper las reglas naturales de la maternidad, para favorecer una atención quirúrgica contrata­da, con la ventaja económica que esto supone para la clínica. Esto no es todo. En el mismo informe se observa que el recién nacido es inmediatamente puesto en manos de un ambiente donde la primera lactancia es a través de leches sintéticas que constituyen el flamante nexo entre los próximos ciudadanos y las grandes empresas internacionales de la nutrición.
La conexión entre alimentación, salud, cultura, am­biente y el futuro de la humanidad es un hecho largamente demostrado. Y para muchos cambiar de hábitos alimenticios puede ser difícil, pero sin ese cambio donde predomine la co­mida fresca, nutritiva y nuestra, la enfermedad y la muerte es­tán en la perspectiva. (M.G.)

NUESTRO VENENO COTIDIANO
“La cadena de alimentación está contaminada”, sos­tiene la periodista francesa especializada en agroalimentación Marie-Monique Robin, que acaba de publicar en España el libro “Nuestro veneno cotidiano”, una investigación sobre las sustancias químicas que llegan a nuestro plato.

Analiza con detalle las moléculas químicas a las que estamos expuestos en nuestro entorno y en nuestra alimenta­ción. Las analiza, partiendo de “lo más simple y de lo menos discutible”, como las “intoxicaciones agudas y después cró­nicas de los agricultores expuestos directamente a los pestici­das” hasta llegar a lo más complejo: los efectos a dosis peque­ñas de los residuos de productos químicos que “todos tenemos en el cuerpo”.

Dos años de investigaciones por Asia, Norteamérica y Europa, testimonios de expertos, multitud de informes de miembros de agencias de regulación alimentaria y estudios científicos avalan este nuevo trabajo, en el que la periodis­ta sostiene que miles de moléculas químicas han invadido nuestra alimentación desde la Segunda Guerra Mundial y que “solo un diez por ciento de ellas han sido estudiadas seriamen­te”.

“Esta invasión química está vinculada al desarrollo de la sociedad de consumo, que ha provocado la salida al mer­cado de miles de productos de consumo corriente cuya fabri­cación o transformación se basa en unos procesos químicos cuya toxicidad está muy mal evaluada”, según la periodista.

(Tomado de www.nodo50.org/ciencia_popular).

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