1 de marzo de 2013

CAJÓN DE SASTRE


amegope@yahoo.com

*Los negociantes de la salud quieren convertir casi en un delito la automedicación, pero hasta los perros vagabundos –especialmente éstos que no pueden ir a clínicas veterinarias particulares- saben cuándo hay que someterse a un ayuno radical o al consumo de determinadas hiervas. Obviamente para todos los que tenemos un cuerpo, entre otros detalles, es preciso una actividad física diaria, constante y consecuente, no menor de 20 minutos, que permita tal conocimiento y sensibilidad del primer y único instrumento de nuestra vida: el cuerpo.

* Fuimos a ver el encuentro de danza “un billón de pie” anunciado en el parque de la exposición, nos pareció valioso que una fecha comercial como “el día del amor y la amistad” sea convertida en un momento de reflexión sobre la violencia que se ejerce contra la mujer, y la necesidad que tienen éstas (y también los varones, claro) de recuperar la conciencia de sus cuerpos. Pero salieron al frente dos personajes de la televisión presentando a la alcaldesa inaugurando un parque de “la integración”. Ellos tienen derecho a defender sus posaderas en el sillón municipal, pero no a traficar con la expectativa de la gente, y sobretodo en tales temas que resultan trivializados al ser envueltos en esa campaña.

*Por todos los medios, la burguesía trata que los jóvenes no accedan a la comprensión política de la realidad (“no te metas”). Para ello el recurso más a la mano es el estímulo por una radical sensualización, por una visión hedonista de la vida, por quemar en todo momento “el último cartucho”. Es otra manera de contraponerlos a una visión histórica y dialéctica del acontecer. Y por supuesto, el arte cumple un papel decisivo: una de las inversiones más importantes en el mundo, después de las máquinas de guerra y toda clase de armamentos, es la música, los mega eventos, las superestrellas, los semidioses del firmamento banal. En el momento actual, para la burguesía nada puede ser más peligroso que tener jóvenes que sueñen con los ojos bien abiertos.

*Ibamos a realizar dos talleres de teatro durante este verano. Uno en una zona popular de Lima, y otro en provincia cercana. No sabemos porqué se cancelaron. En realidad, sabemos, o suponemos. No problem. Nadie es imprescindible, pero todos somos necesarios. Eso pensamos. Adelante.

* Me siento disgustado conmigo mismo, y con la “red social” facebook. Tuve que hacer uso de una cabina pública, y olvidé cerrar mi señal. Grande fue mi sorpresa cuando vi que algún retrasado mental, haciendo uso de un lenguaje bajoventral, se comunicó a mi nombre con algunos contactos. He dado las disculpas y explicaciones del caso, por supuesto, pero esto me ha llevado a pensar que esta forma de comunicación, -estrictamente a través de palabras e imágenes-, tiene el ego y acaso la vanidad como supuesto básico, pues de “social” no tiene nada y por el contrario, con nuestra complicidad, alienta el personalismo y la sustitución de la realidad. En el facebook se producen y divulgan códigos y señales que no necesariamente se compaginan con los hechos y puede ser éste el nuevo escenario de los grandes héroes de la “modernidad”, si no utilizamos con propiedad esta tecnología y la preferimos a la vida real, esta que cruje en las calles y solivianta nuestras emociones, palpitando en los colectivos en su demanda por mejores condiciones de existencia. Tengo amigos que están al margen del facebook o del correo electrónico, su alegría o su pesar no los necesita. Estoy pensando seguir sus pasos.



Me formó el teatro popular y callejero de los 70, de los 80, cuando para los jóvenes del Perú la política debía guiar las acciones. Allí aprendí que por si solo ningún elemento es importante,- ni las palabras, ni los gestos, ni la expresión corporal, ni el maquillaje, ni los vestuarios, ni las escenografías, ni el movimiento, ni la luz, ni el sonido, ni el silencio, ni el ritmo, ni las utilerías-, que en torno a una idea útil y necesaria todo constituye una unidad indisoluble, y apenas tiene el mismo peso que su destinatario, la gente, el público, porque todo lo que hacemos en el teatro es para ese urgente crisol.




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